domingo, 7 de septiembre de 2014

 Como intervenir en privación
 de libertad adolescente.



De todas las formas de intervención en el trabajo con jóvenes privados de libertad, la más acertada es  la intervención educativa. Tanto la custodial, carcelaria, como el tratamiento terapéutico, curativo, (salvo en casos de patologías profesionalmente comprobadas) son en escencia reaccionarias desde el punto de vista de la habilitación de jóvenes en situación de riesgo, con problemas de conducta y relacionamiento social. Hablamos de lo educativo, tanto en lo formal estricto de la enseñanza como  en lo educativo vital y en el acceso a las actividades culturales. Es más, el aprendizaje vital posibilitará el acertado manejo de situaciones en distintos ámbitos de relacionamiento a los adolescentes en cuestión, lo que a la vez facilitará la comprensión  y asunción de una forma de actuar adecuada ante cada situación que la vida les presente, en lo familiar, en lo educativo en el aula, en los momentos de recreación, o en cualquier otra circusntancia. Este tipo de intervención debe incluir también a sus familias y grupos de pertenencia, y si es posible en su contexto barrial.
No se termina con conductas infractoras a la ley penal si no se logra la comprensión por parte de los educandos de las normas de convivencia social, y cómo actuar para ser agentes de cambio transformadores de la realidad que se presenta muchas veces injusta. 
Esto no significa que no todos los adolescentes necesiten tratamiento terapéutico; cuando se presentan problemas de adicciones a sustancias psicoactivas, patologías de distinto tipo, o el problema de conducta es realmente un trastorno de conducta, pero esto no significa  ni mucho menos, que todos o la gran mayoría de los casos de adolescentes que caen en la infracción tengan algún tipo de cuadro patológico psicológico o psiquiátrico. El problema de la adolescencia infractora, tiene mucho que ver con el sistema social exclusivo de país dependiente de capitalismo atrasado que conforma la estructura de relaciones en nuesta sociedad. En la mayoría de los casos los jóvenes victimarios crecieron siendo  en primer término, víctimas de una distribución injusta de la riqueza generada socialmente; y lo que es peor un número importante de ellos viven bajo la línea de pobreza, excluídos de toda relación de producción que les permita la supervivencia  mediante prácticas aceptadas por el cuerpo social.
Por esta razón estamos hablando de la conformación durante la historia de un  individuo, de intervenciones educativas que apunten a brindar a los adolescentes en situación de riesgo social, el aprendizaje de un conjunto de valores que permitan su desarrollo social, y la generación de individuos seguros, autónomos y agentes de cambio. Estos valores son los pertenecientes a la clase trabajadora, como el esfuerzo para lograr objetivos propuestos mediante el trabajo, la solidaridad, la lucha por los intereses de clase, y las luchas deben ser por el pleno empleo, el salario digno, la salud y la educación para todos, la vivienda digna. Para ello es imprescindible la disciplina, elemento que es difícil encontrar en el carácter de los jóvenes en cuestión y que la intervención de los educadores  deben poner los mayores esfuerzos en incorporar a las conductas de los mismos.
                                                                                    Jorge Pérez

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