Introducción.

Estos
años de experiencia, junto a nuestra formación en Psicología
Social EN LA ESCUELA Dr. ENRIQUE PICHON RIVIERE DE PSICOLOGÍA
SOCIAL, de donde regresamos en el año 2000, y en Educación Popular
en el CENFORES nos han afiliado a la idea de que el trabajo en equipo
es fundamental para lograr objetivos propuestos en el abordaje
educativo en centros de privación de libertad para adolescentes. Muy
pocos educadores estarán en contra de esta definición. Pero: ¿todos
entendemos el trabajo en equipo de la misma forma? ¿Todos tenemos el
mismo concepto de trabajo en equipo y equipo de trabajo? Seguramente
no, dependiendo de formaciones, experiencias discímiles,y hasta de
posiciones políticas.
Si
hacemos una serie de preguntas al respecto a diferentes integrantes
de un turno de trabajo por separado, seguramente todos tendrán
algunas diferencias al respecto, que luego atentan contra el logro de
objetivos en el quehacer cotidiano; y esas diferencias se
profundizaran entre turno y turno, y sobre todo entre los turnos de
la noche y los turnos del día. Es más, no se ha trabajado
institucionalmente en el INAU y en SIRPA lo suficiente para la
construcción de equipos de trabajo, ni se ha formado a los
educadores en general, para el trabajo en equipo. Esto conduce a que
se conozca el qué hacer en una jornada de trabajo porque está
marcado en la rutina institucional, pero no se llegue a tener una
idea acabada de cómo hacerlo para cumplir los objetivos..
La
conformación de un equipo de trabajo lleva su tiempo, y éste se va
construyendo en un espacio y en un tiempo compartido de sus
integrantes, con una frecuencia predeterminada, que permita conformar
primero grupos de trabajo y luego ir transitando en un proceso hacia
la construcción de los equipos propiamente dichos.
Iremos
definiendo, con la ayuda de diversos autores especializados en el
tema, los conceptos de grupo, equipo, y esquema conceptual, para que
nos sirva en la experiencia práctica.
En
el mundo relacional del individuo, existen desde nuestra óptica tres
contradicciones fundamentales en la organización de la realidad que
se manifiestan en tres pares dialécticos:
Individuo-
grupo.
Palabra-
acción.
Pasado-futuro.
Si
estamos aislados y sólo hablamos de la conservación del estado de
cosas, somos fácilmente sometidos. En cambio si estamos juntos y
actuamos, generamos el cambio.
Podemos
decir que la organización de la conciencia depende mucho del mundo
de los símbolos creados por la cultura, generada en cada sociedad,
pero ésta fue generada a su vez por individuos, por las
subjetividades. De modo que el conjunto es indivisible y forman un
sistema único que es: Mundo- Yo, o Yo- Mundo.
Alfredo
Moffat habla de que la hipótesis fundante de su “Teoría de
Crisis” es suponer una conciencia originaria, arcaica, un solo
adentro que sucede en un presente congelado como punto de partida del
sujeto. Es razonable proponer que el origen sea el vacío, la nada,
luego la conciencia sucede cuando la palabra la redime de la soledad
y de la paralización que son los dos encierros más profundos de la
mente: no vos- no mañana, y ambas se resuelven con la palabra, la
comunicación.*
Desde
esta vereda basaremos nuestra hipótesis de trabajo para lograr un
acercamietno a una metodología de trabajo con jóvenes en situación
de riesgo social y con adolescentes en situación de privación de
libertad ambulatoria.
El
grupo de trabajo.
Definiremos
al grupo, como un conjunto limitado de personas que compartiendo las
coordenadas de espacio y tiempo, a traves de procesos de comunicación
y aprendizaje van construyendo un esquema conceptual referencial y
operativo, que les permita realizar una tarea. Esa tarea es la razón
por la que se conforman los grupos. Sin tarea no hay grupo, así como
sin grupo no hay tarea colectiva. Podemos decir que el equipo se
construye a través de la comunicación verbal y gestual en un
tiempo común, a través de un proceso que involucra a todos los
integrantes, por lo que requiere de cierta cantidad de reuniones
grupales, donde los integrantes sean los mismos (espacio y tiempo
compartidos con una integración estable). De esta forma se
establecen las bases para la conformación de los grupos, donde sus
integrantes se van conociendo y reconociendo con sus características
peculiares. Podemos decir que el grupo es la matriz de identidad, es
el lugar concreto donde se realiza el encuentro entre las
subjetividades; la estructura grupal que es objetivadora de los
contenidos de conciencia de sus componentes.
Lo
que define a un grupo es la tarea realizada en un contexto dado
(dimensión ecológica). En este caso, partimos de la práctica y la
observación de un centro cuyo objetivo es la atención integral de
adolescentes privados de libertad, en un régimen sancionatorio de
mediana seguridad. Para ello es la conformación de un grupo de
educadores, más allá de las diferentes formaciones de cada sujeto
involucrado en esta actividad y de sus roles adjudicados
institucionalmente. A la vez, cada integrante tiene otros grupos de
pertenencia de los cuales también es parte, en la socialización
integral de cada individuo de donde se complementa su aprendizaje
vital. Es importante también tomar en cuenta las historias de los
individuos que integran un grupo, de donde vamos conociendo
diferencias y puntos de encuentro, y de esta forma elaborar las
contradicciones que pueden obturar el trabajo en común.
Para
cada espacio de trabajo concreto y cada tarea, es necesario partir de
un Esquema Conceptual Referencial y Operativo que posibilite el
funcionamiento colectivo, y el equipo de trabajo constituye el
espacio privilegiado para construir una red de sostén, preservación,
reconocimiento, valoración, y por lo tanto de reforzamiento de la
identidad de cada trabajador.
Podemos
resumir los propósitos de los grupos diciendo que la actividaqd está
centrada en la movilización de estructuras estereotipadas,
dificulatades de aprendizaje y comunicación, debidas al monto de
ansiedad que despierta toda situación de cambio (ansiedad depresiva
por abandono del vínculo anterior, y ansiedad paranoide creada por
la nueva situación y la inseguridad). Estas dos ansiedades son
cooperantes y coexistentes, y si son intensas pueden cerrar el
sistema creando un círculo vicioso difícil del cual salir.
Los
roles son en principio fijos en los grupos, hasta que se configura la
situación de liderazgos funcionales, es decir , liderazgos
operativos que se hacen más eficaces en cada “Aquí y ahora” de
la tarea. El propósito general es el esclarecimiento de
malentendidos, el aprendizaje, el desarrollo de la comunicación, la
toma de decisiones y la conformación de un esquema referencial que
posibilite el trabajo en común.
“
Las finalidades y
propósitos de los grupos operativos pueden resumirse diciendo que su
actividad está centrada en la movilización de estructuras,
estereotipadas a causa del monto de ansiedad que despierta todo
cambio (ansiedad depresiva por abandono del vínculo anterior y
ansiedad paranoide creada por el vínculo nuevo y la inseguridad
consiguiente). En el grupo operativo, el esclarecimiento, la
comunicación, el aprendizaje y la resolución de tareas coinciden
con la curación, creandose así un nuevo esquema referencial”.
Dr.
Enrique Pichón Riviere.
En
general podemos afirmar que los individuos participan en grupos
porque éstos anticipan medios para satisfascer sus necesidades. En
este caso se trata de realizar las tareas en un marco de seguridad
que es necesario para cumplir objetivos educativos. Los miembros de
un grupo ocupan distintas posiciones diferenciadas de acuerdo a las
especificidades de ese grupo que componen, con el fin de realizar una
tarea. Una de esas posiciones diferenciadas, es la del “lider”.
Los
integrantes de un grupo aceptan ser dirigidos por una o varias
personas, porque perciben a las conductas de éstos como el medio más
adecuado para la consecusión de los objetivos grupales, objetivos
que a la vez satisfacen necesidades de los mismos miembros.
Las
características del “lider”, son vistas como significativas y de
singular importancia sólo en función de las necesidades y objetivos
del grupo. El “lider” es visto por los integrantes del grupo,
como alguien que los ayuda a resolver sus dificultades.
Si
el liderazgo es una función del grupo, ésta debe emerger de la
interacción del mismo; al variar los objetivos y las necesidades
grupales, varían las características significativas requeridas para
ocupar la posición de “lider” y ejecutar sus funciones.
Ahora
bien, al operar unilateralmene sobre el medio para modificarlo, se
modifica la situación del grupo, su interacción, sus objetivos y
las necesidades de sus miembros. En consecuencia se modificarán
también las características significativas necesarias para ocupar
la posición de “lider”, o sea que el liderazgo como función es
móvil.
Podemos
definir el liderazgo como un tipo especial de relación entre un
individuo integrante del grupo y otros, en el cual el que
denominamos “lider” influye sobre los demás integrantes, más de
lo que es influído por ellos. Es conveniente diferenciar liderazgo
de autoridad; señalamos que el “lider” emerge de la interacción
del grupo, y esta emergencia parte de un acuerdo grupal ( muchas
veces inconsciente) entre sus miembros. Mientras que la autoridad
aparece de un exogrupo, impuesto por ejemplo de una institución, no
parte de un acuerdo basado en la interacción grupal. Mencionamos
esto, porque generalmente coexisten una autoridad institucionalmente
definida, junto a un liderazgo grupal, situación que de no ser
adecuadamente instrumentada puede originar conflictos.
El
liderazgo entonces, podemos considerarlo como una función móvil, de
una posición diferenciada en el grupo, o de un individuo en el grupo
en una relación de influencia.

Si
el liderazgo es una función del grupo, y el lider emerge de la
interacción y la actividad del mismo, es a ésta actividad a la que
debemos referirnos para establecer una clasificación de aquel.
En
todo grupo existen dos tipos fundamentales de actividad; el
comportamiento intelectual y las conductas afectivas. La tarea a
realizar implica actividades racionales, intelectuales, y por eso
necesitará de un liderazgo instrumental o de tarea, lo que permitirá
el logro de los objetivos propuestos. En todo el proceso de
realización de las tareas propuestas para el logro del objetivo
grupal, es muy importante mantener procesos de comunicación y
aprtendizaje, una actitud cooperante que predomine sobre las
actitudes de competencia, para no obturar el desarrollo del grupo, y
de las actividades necesarias para el logro de metas propuestas.
Definición
de un Esquema Conceptual Referencial y Operativo.
El
Esquema Conceptual, Referencial y Operativo (ECRO), es un conjunto
de ideas, métodos de trabajo, que permite aplicar en el campo de la
acción una técnica adecuada para mantener la eficacia de las
acciones que se aplican en determinada tarea. Asumidas grupalmente
en un contexto dado favorecen la eficacia de nuestros actos y la
eficiencia del grupo como tal y la de cada uno de sus integrantes en
el cumplimiento de un objetivo. Es un acuerdo grupal de trabajo, que
guiará nuestras acciones, y necesita para la concreción de la
tarea cuatro pasos fundamentales: logística (obtención de recursos
materiales y humanos que hagan posible el cumplimiento de los pasos
siguientes). Técnica (sistema de trabajo), estrategia (planificacion
a mediano plazo), y táctica (planificación a corto plazo que
apuntan al cumplimiento de la estrategia)
Por
lo tanto, el primer paso al que se debe apuntar, es a la construcción
de ese ECRO específico, que ayude a hacer realizable nuestro
objetivo general, siendo más eficientes en la realización de la
tarea cotidiana, que a la vez se compone por una serie de acciones a
realizar en cada jornada de trabajo. Es el cuerpo ideológico que
guiará las acciones.
La
construcción de ese ECRO específico, necesita de la capacidad de
negociación de los integrantes del grupo de trabajo, (que se
construirá también a través de procesos de comunicación), porque
cada uno viene de historias con experiencias vitales diferentes, con
sus características genéticas propias y diferentes formas de
representarse la misma realidad, y hasta con roles adjudicados
socialmente también distintos. Por lo tanto, ese grupo que se
construirá con sujetos que vienen de otros grupos de pertenencia y
de otras prácticas vitales, de aprendizajes diversos, incluso de sus
grupos primarios también diferentes (familia), debe tener su propio
espacio y tiempo en el aquí y ahora para posibilitar la construcción
del vínculo necesario entre sus integrantes, para definir incluso
tareas, métodos de trabajo y proyecto, y ser mas exactos en la
mutua represerntación interna. Esto va configurando un espacio
confiable para transitar hacia el objetivo que marca la tarea.
Algunas
prácticas dentro del grupo serán esenciales para su desarrollo y
consolidación: la circulación de la palabra, la escucha, la
intencionalidad de llegar a acuerdos, buscar la complementariedad y
no la competencia entre sus integrantes, permitir la rotacion de los
roles de liderazgo según la temática abordada o las tareas a
realizar, son algunas de las cuestiones que se deben poner de
manifiesto. La perioricidad de las reuniones es fundamental, y de ser
posible esa perioricidad debe ser semanal, a los efectos de que cada
integrante tenga su tiempo de elaborar lo discutido en la reunión,
confrontarlo con la práctica para poder hacer los ajustes necesarios
en el hacer concreto y volcar esa experiencia en la próxima
instancia grupal, a la vez que no se pierda el hilo de su
construcción.
Es
inevitable, sobre todo en las primeras reuniones, que se produzcan
malestares por mecanismos de depositación en algún integrante del
grupo, de parte del resto como un mecanismo de defensa y preservación
de la subjetividad, (y también del grupo). Esto nos lleva al
concepto de "chivo emisario", que es el portavoz de una
situación grupal no deseada, es decir un problema al que no se le
encuentra solución, unos encuentros sin aprendizaje aparente
podríamos decir, o momentos de pretarea en los que predomina la
parálisis o la ineficacia en la acción. En estos casos es bueno la
realización de actividades que permitan bajar las ansiedades que la
situación nombrada provoca en los integrantes. (Talleres, encuentros
de formación, de dispersión, etc.)
Paulatinamente,
en un proceso se llegará a la construcción del vínculo entre los
integrantes, concebido éste como una estructura dinámica en
continuo movimiento que engloba tanto al sujeto como al objeto (que
en el grupo es otro sujeto) y sus relaciones, teniendo esta
estructura características consideradas normales y alteraciones
interpretadas como patológicas. El vínculo es una estructura
compleja, bicorporal y tri personal, donde se incluye al tercero;
ausente a veces pero incidente en la relacion de los integrantes
siempre, provocando ruidos en la comunicación.
Pichón
Riviêre define al vínculo como "una estructura compleja que
incluye un sujeto, un objeto, su mutua interrelación con procesos de
comunicación y aprendizaje". Dice también que " estas
relaciones intersubjetivas son direccionales y se establecen sobre la
base de necesidades, fundamento motivacional del vínculo".
Dicha
necesidad concreta, en el caso que nos convoca es la realización de
las tareas educativas mandatadas institucionalmente, de la forma más
segura y eficiente posible dentro de un contexto que es desfavorable
para una educación clásica de los internados, debido a las
condiciones de encierro y de permanencia involuntaria en el Centro de
los jóvenes. Se deben tomar en cuenta también las personalidades de
los jóvenes con los que se producen los encuentros diarios; sin caer
en prejuicios, no debemos caer en ingenuidades y estar conscientes
que pretendemos educar en un contexto de encierro, a adolescentes que
confrontan de la forma más complicada posible al mundo adulto
representado en los educadores, con una postura de no reconocimiento
de límites y en general, pertenecientes a familias poco continentes
o que avalan sus conductas en lo social amplio que los llevaron a la
privación de libertad.
El
ECRO nos centra en un esquema teórico y práctico que se va
construyendo en un contexto determinado y para realizar la tarea
central que convoca al grupo.
Si
acordamos que el sujeto está de alguna forma condicionado por sus
relaciones sociales, y no solamente desde lo biológico y
psicológico, estamos hablando de una concepción del hombre y del
mundo desde la cual regiremos nuestra forma de actuar, de hacer y
sentir. A través de un proceso de comunicación, multidireccional,
los integrantes del grupo van construyendo el esquema referencial
permitiendo que ese grupo sea operativo.

Esta
confrontación de sistemas de representación, (ideologías), que en
última instancia remite a la confrontación de sectores sociales, en
la configuración de un Esquema Conceptual, Referencial y Operativo,
incide en la teoría porque esta organización social contradictoria
en la que vivimos, trae en su seno un enfrentamiento de intereses y
de concepciones del hombre y el mundo constituyendo las condiciones
de emergencia, las condiciones de producción de ese pensamiento y de
esa teoría. Si la historia del conocimiento humano no es otra que
la historia social de los hombres, ninguna teoría puede ser
comprendida o analizada fuera del contexto social en que se elabora.
Un
grupo dentro de una organización debe de ser creador, es decir
sintetizador, portavoz y procesador de experiencias que le son
propias, pero también procesador de experiencias e ideas que fueron
socialmente elaboradas a través de la investigación concreta,
tratando de descifrar los hechos concretos desde una experiencia
práctica. Experiencia práctica que se da en un contexto social que
está recorrido por ideas, teorías, significaciones, impregnado por
ideologías. Allí encontraremos pensamientos que serán la expresión
de una ideología, pensamientos que serán manifestación de otra
ideología, pero muchos pensamientos que expresarán la contradicción
o la lucha entre distintas concepciones del mundo y del hombre.
Un
grupo que posee una buena red de comunicación, que se desenvuelve
eficazmente en su tarea, es un grupo operativo, en el cual cada
miembro tiene un rol definido, pero con un grado de plasticidad tal
que le permite asumir otros roles funcionales. El asumir roles
necesitados situacionalmente configura un proceso de aprendizaje de
la realidad, que es una tarea fundamental del grupo.
Podemos
hoy, afirmar que se está trabajando en un contexto de violencia
potenciado por el encierro pero también por una situación social y
económica que excluye, que priva mientras incita a consumir, y ahí
se produce la contradicción que signa las acciones educativas en un
contexto de inseguridad, además de falta de recursos materiales y
humanos. Esto sería el contexto que condiciona, que determina,
pero no sobre determina al punto de paralizarnos. Lo que paraliza
es la carencia de una organización grupal, que permita la
construcción de un esquema conceptual al que hacer referencia
colectivamente, para permitir hacer operativas las tareas. Eso, junto
a la carencia de un apoyo logístico (recursos materiales y humanos)
hace insostenible muchas veces las condiciones de trabajo y repercute
en forma negativa en la subjetividad de los integrantes del grupo de
trabajadores. Y se produce el mecanismo defensivo inconciente que
podríamos definir como la fuga. Desbordados por la situación
permanente que genera una sensación de peligro constante, o de
exposición constante a situaciones de stress nuestra subjetividad
actúa produciendo el síntoma. Somatizaciones en distintos órganos
del cuerpo (enfermedades), desinterés por la tarea,
desensibilización ante problemas de los jóvenes, pedidos constantes
de cambios de hogar, enfermedades que terminan en licencias médicas,
etc. Pueden ser cientos las formas de manifestar inconcientemente el
malestar del grupo además de las formas explícitas que se pueden
dar en el cotidiano del Centro.
A
esto se suma el hecho que en nuestro país aún no se reconocen los
síntomas mostrados por trabajadores, como causa de una enfermedad
profesional que puede ser el Síndrome de Burn Out.
Síndrome
de Desgaste Profesional. (Burn Out).
Desde
nuestra formación en Psicología Social, la terapia de crisis, cuyo
interés se centra en la resolución de problemas y no en el análisis
del diagnóstico, nos posibilita analizar los cuadros de
despersonalización, fobias, depresión y las psicopatologías de
acción que aparecen en los grupos de riesgo como los que atendemos,
y también en las épocas de crisis.
Debemos
aclarar que la histeria y las neurosis obsesivas son cuadros
estabilizados y crónicos que necesita psocoanálisis y no son objeto
del trabajo cotidiano de la institución.
El
Síndrome de Desgaste Profesional, conocido como Burn- Out, es un
tipo específico de stress ocupacional que fue descripto en las
profesiones de ayuda o “dadores profesionales”.
Cristina
Maslach lo define como “síndrome de agotamiento emocional,
despersonalización y baja realización personal que puede ocurrir
entre individuos que trabajan con personas”. Se da este síndrome,
entrabajadores de la salud, la educación , del INAU-SIRPA y otras
profesiones de contacto permanente con público de diferentes edades.
Al
hablar de agotamiento emocional lo refiere a la pérdida o
disminución de recursos emocionales, a la vivencia de vaciamiento,
de ya no poder mas. Sentirse saturado, desbordado. Cuando habla de
despersonalización o deshumanización, se refiere a las actitudes
cínicas, hostiles o de indiferencia para con los individuos con los
que se interviene.
Al
hablar de baja realización personal, hace referencia a la baja
autoestima profesional, al sentimiento de culpa y vivencia de fracaso
personal.
En
el caso de los síntomas físicos, se acusan dolores de cabeza,
contracturas, problemas cardiovasculares, gastrointestinales,
hipertensión, fatiga e insomnio.
También
el síndrome que describimos, se manifiesta a través de trastornos
conductuales, que se expresan por irritabilidad, agresividad,
intolerancia, hipercriticismo, aislamiento, descompromiso con las
tareas, ausentismo, bajo rendimiento e indiferencia.
Éste
síndrome produce una importante limitación de las potencialidades y
riquezas del trabajador.
Esta
situación es causada por discrepancias entre espectativas e ideales
personales y la realidad laboral cotidiana, (la frustración, el no
logro de los objetivos crea un sentimiento de impotencia y
desesperanza); contacto sostenido y continuo con el sufrimiento, el
dolor del otro, aspecto muchas veces inherente a la propia tarea;
sobrecarga laboral, sobreexigencia por escasez de recursos de la
institución, por características personales o por el multiempleo;
deterioro en la retribución económica y en la valoración social de
la profesión.
En
el comienzo de esta problemática aparece la ansiedad, fatiga,
irritabilidad, síntomas que por lo general no es advertido por el
mismo profesional, sino por compañeros, familiares y amigos.
El
trabajador es puesto en riesgo por la institución en diferentes
aspectos como cuando la crítica predomina sobre el estímulo, los
roles del personal son poco claros, no se logran los objetivos
propuestos, no hay participación en la toma de decisiones, se da la
mala comunicación generando malentendidos en forma frecuente, existe
exesiva burocracia y predomina la sobreexigencia y sobrecarga en el
trabajador.
Pero
también, la institución puede atenuar los riesgos de enfermedad en
el trabajador, mediante el impulso del trabajo en equipo como espacio
de preservación y rescate, mediante la preservación del
sobreinvolucramiento y la ampliación de la mirada. También mediante
la valoración y el respeto del personal; instancias para el
trabajador como talleres de formación, etc.; promociones justas,
carrera profesional dentro de la institución; participación en la
toma de decisiones; flexibilidad horaria; centros de trabajo
adecuados; recursos suficientes para realizar la tarea; objetivos
viables con los recursos que se cuentan; estimular el producir,
crear; no quedar atrapado en la rutina y la estereotipia; y contar
con un grupo de pares de referencia.
También
existen variables individuales que atenúan el riesgo, como preservar
la vida personal, que el trabajo no invada la vida personal.
Valorizar las relaciones familiares y de amistad; sostenes afectivos;
renunciar a la omnipotencia; mantener la distancia óptima,
trabajando en cercanía pero sin confundirse con el otro; tener
actividades extras al trabajo, otros espacios de crecimiento y
desarrollo personales; (recreación, actividades físicas,
artísticas, etc.).
También
el poder cambiar de trabajo sin culpas, si se siente que ya se ha
cumplido un ciclo.
También
existen variables a nivel individual que incrementan el riesgo de
enfermar. Este es el caso de quienes tienen una elevada
autoexigencia, son perfeccionistas, sienten necesidad de control y
omnipotencia. Personas pasivas y dependientes que les cuesta poner
límites; quien tiene pobres vínculos afectivos, personales,
deposita más expectativas de valoración y reconocimiento en el
trabajo, que incluso puede convertirse en el único ámbito de
reconocimiento y valoración.
Conclusión:
El mundo adulto dentro del Centro debe abocarse al abordaje de las
distintas problemáticas en forma colectiva, en reuniones semanales
en las que participen todos los trabajadores, indiferentemente de los
roles que cada uno tenga en el grupo.
Esas
reuniones deben servir tanto para tratar el tema de los jóvenes,
como los problemas del propio grupo.
Deben
servir también para planificar el trabajo colectivo, adjudicando
roles pero también asumiéndolos en forma democrática, sin
desconocer los roles de autoridad adjudicados institucionalmente.
A
su vez, los roles de autoridad deberían ejercerse de forma
democrática, escuchando a quienes tienen cargos de menor jerarquía
en la organización institucional, pero contienen saberes que se
pueden aplicar para potenciar la eficiencia en el trabajo educativo y
de seguridad. Yo diría de cuidados en la interna del grupo, y en la
de los propios jóvenes.
Los
jóvenes internados y la violencia.
Debemos
pensar en primer término que los educadores, técnicos, maestros,
maestros de taller; desde los Directores hasta los cocineros de un
Centro tenemos la tarea
de
transmitir valores orientados a promover una cultura de la
convivencia respetuosa entre sujetos diferentes. Se supone que eso
daría a los internados, las bases para una inserción en el mercado
laboral y en lo social amplio.
El
tema de la violencia es un problema complejo que tiene su larga
historia en los centros de privación de libertad. También en el
afuera tiene sus lógicas y sus causas, y se manifiesta a través de
las redes sociales (amenazas o insultos), en la concreción de actos
violentos, individuales y grupales, en la consumación de
transgresiones a la ley penal muchas de ellas vinculadas al poli
cosumo de sustancias psicoactivas. Estos actos se potencian en el
encierro y constituyen un factor de permanente exposición a
situaciones de stress de los educadores. Consideramos que existe en
el Uruguay como país dependiente de capitalismo atrasado en que
vivimos, un sistema educativo que le corresponde; que contiene una
serie de normas que no están adaptadas a nuestro tiempo y se siguen
ejerciendo "para el bien de los niños y adolescentes" con
el propósito de hacer de ellos, sujetos socialmente funcionales,
sujetados a las lógicas que la sociedad precisa. Cuando estas normas
institucionales no producen el efecto deseado en el adolescente,
sobreviene la expulsión de la organización, lo que produce un
transitrar peligroso hacia las conductas marginales, se crean los
grupos de pertenencia que los adolescentes necesitan como sostén,
como las tribus urbanas, las bandas, las barras de las esquinas o las
plazas, los grupos de la calle. Pero en situaciones de crisis
relativas de producción, donde las familias se encuentran en
situaciones de paro forzoso como lo estamos viviendo hoy que hay más
de un 10% de desocupación en el país, (lo que corresponde a unos
300 mil trabajadores), o en el caso inverso, en el que los padres
deben trabajar mas horas de las debidas para lograr el consumo que la
sociedad neoliberal constantemente impulsa, es necesario denunciar
los efectos de la exclusión que se dan en las clases de más bajos
recursos. Los jóvenes de nuestro país son los que más dificultades
tienen para tener un empleo decoroso, un salario digno, los que no
encuentran un por qué no desertar de los insitutos de enseñanza, no
encuentran un significado en la educación muchas veces e incluso, lo
que es más grave aún, no se ven proyectados en un futuro que se les
presenta inalcanzable, o inhóspito, agresivo, peligroso y
excluyente. El lumpenproletariado va creciendo aunque las cifras
oficiales digan que bajan los índices de pobreza. Una característica
del lumpemproletariado es buscar formas alternativas de subsistencia,
sin aceptar responsabiliddes por sus actos. Pero debemos acordar que
este lumpemproletariado es producto de una sociedad de consumo que la
cultura neoliberal profundiza y alienta permanentemente.
Como
toda cultura es un conjunto de mensajes para construir una vida,
resulta oportuno para interpretar las relaciones entre los jóvenes y
la violencia, comenzar por tener en cuenta ciertas necesidades
fundamentales insatisfechas que inciden para la comición de actos
violentos por parte de los adolescentes.
Norbert
Elías, Kaplan y Orce,(2009), advierten que en todas las épocas, los
jóvenes necesitan al menos cuatro cosas: a) perspectivas de futuro,
b) la posibilidad de referenciarse en un grupo de pertenencia, c) un
ideal que de sentido a sus vidas, y d) gozar de respeto y estima
social. En este sentido, la violencia subjetiva suele aparecer
vinculada muy estrechamente a experiencias de vida de quienes no se
sienten escuchados o no encuentran su lugar en la sociedad. Se trata
de espisodios de violencia en los que se ven involucrados
adolescentes que han introyectado sentimientos de baja autoestima,
sentimientos de rechazo y formas de descrédito amplio a lo largo de
sus experiencias de vida social, familiar y escolar. Todo esto
potenciado por una cultura neoliberal que encuentra repercusión en
los medios de comunicación, que incentivan el consumismo, ligan el
éxito con el tener mucho dinero, o una imagen que considera la
belleza según parámetros construídos artificialmente. Eso que la
cultura pos moderna va desparramando en mensajes a través de los
grandes medios de comunicación o por las redes sociales, que incluye
también el desprestigio del diferente, las violencias mediaticas
perpetradas por personajes decadentes de la televisión en el area
cultural, donde la agresión permanente es parte del show, aportan
negativmente en la constitución de subjetividades en una etapa
evolutiva en la que los individuos se desestructuran y reestructuran
en un proceso que intenta construir al ser adulto, que se les exige
desde el campo de lo social- relacional tenga sus tiempos pre
determinados para no quedar excluídos del mundo del trabajo, los
tiempos educativos e incluso el relacional.
Desde
esta impronta, decimos que la adecuación de las instituciones
educativas, incluído el INAU-SIRPA, no pasa por un afloje, por
victimizar al adolescente al punto de perder las normas de
convivencia. Las relaciones entre adultos y adolescentes, deben
mantener su asimetría, y se debe trabajar en el sentido de inculcar
a los jóvenes además de los derechos que les son inherentes como
sujetos sociales, también las responsabilidades correspondientes que
conllevan sus actos.
Tenemos
que considerar la incidencia de lo histórico social y cultural en la
producción de subjetividades, en una sociedad fragmentada,
polarizada, poco cohesionada en donde los actos de violencia tienen
mayores oportunidades de concretarse.
El
comportamiento social
Si
analizamos el comportamiento como un emergente, y los hechos como un
producto histórico social, tenemos que aceptar que la violencia
tiene relación con el contexto social de un grupo, que intenta dar
una respuesta significativa para resolver la contradicción entre
las necesidades de los sujetos integrantes de ese grupo determinado,
y los requerimientos y las condiciones que está dando el mundo
externo, el medio natural y social.
“Ser
visible” es uno de los lugares a que los adolescentes aspiran como
modo de lograr su identidad ante los demás. En el mundo que los
posmodernos llaman globalizado y nosotros lo vemos como de agresión
o avance imperialista, el imperio de las imágenes pone a disposición
del adolescente una infinita serie de “formas de lograr el éxito
que les lleve la felicidad”. ( El mensaje cultural neoliberal para
construir una vida).
La
conducta de un individuo o de un grupo social, es ese intento de dar
una respuesta coherente y significativa que tienda a resolver
contradicciones entre exigencias y respuestas, entre exigencias,
necesidades y metas disponibles, que es un equilibrio inestable y
provisorio; cada vez que se llega a una situación de equilibrio se
abre una nueva contradicción. Esto se da, porque la acción de los
hombres, ya sea a nivel social o individual cambia las condiciones
objetivas, las transforma, entonces emerge un nuevo requerimiento,
una nueva exigencia adaptativa que desestructura lo previo y permite
la emergencia de lo nuevo, es el movimiento de la vida.
Ana
Pampliega de Quiroga, citando a Lucien Goldman dice que “el grupo
social constituye un proceso de estructuración que elabora en la
conciencia de sus miembros tendencias afectivas, intelectuales y
prácticas. Es decir que los grupos sociales a los que pertenecemos
son estructuras que elaboran en nosotros tendencias afectivas,
intelectuales y prácticas hacia una respuesta coherente a los
problemas que se nos plantean a partir de relaciones con los otros
hombres y con la naturaleza. El sujeto creador explicita esas
tendencias que han sido elaboradas en el grupo social; explicita las
tendencias del pensamiento, sentimiento y acción, y así se hacen
conscientes para los integrantes de esos grupos. O sea que, como
siempre, el portavoz denuncia, explicita lo que hasta allí estaba
implícito”.
Estas
tendencias que son explicitadas por el sujeto creador, el autor,
tienen dos caminos posibles: en este caso un camino hacia la
reestructuración institucional, o un camino a la conservación de
las formas actuales. Indudablemente en una institución cerrada, se
trata por “problemas de seguridad” que el contexto cambie lo
menos posible. Todo movimiento de cambio resulta persecutorio y
provoca inseguridades, y así se obtura la posibilidad del trabajo
educativo en serio. Entramos en el terrenno del “como Si”; se
hace “como si” se educara.
Podemos
definir si nuestra sociedad se mueve hacia la inclusión, hacia la
integración grupal o tiene una tendencia a la fragmentación y la
exclusión. Cada vez tenemos más la sensación de que nuestro cuerpo
social está cada vez mas fragmentado y se conforman las subculturas
producto de la atomización de grupos sociales, se forman como
compartimentos estanco entre los cuales no existe interacción
constructiva. Partamos del hecho de que toda conducta humana está
favorecida u obtaculizada por el contexto social y vincular de los
sujetos. Si los educadores pretenden promover cambios de conducta en
los adolescentes que atendemos, debemos trabajar más
personalizadamente con ellos, abordando la intervención en colectivo
con un mismo discurso, un mismo repertorio metodológico, una teoría,
o sea con un sistema de conceptos que dan cuenta de un conjunto de
procedimientos a partir de los cuales operar sobre la realidad.
Buscar enriquecer el contexto social y vincular acotado del encierro.
Ese repertorio metodológico debe concebir al sujeto de nuestra
intervención, el adolescente privado de libertad en este caso, como
un sujeto producto de sus vinculos familiares, de sus grupos de
pertenencia, de las instituciones educativas por las que han
transcurrido, del contexto barrial en el que va creciendo en el
proceso de formación de sus subjetividades.
En
ese “irse produciendo”, los adolescentes en cuestión fueron
transitando por una serie de experiencias sociales que los llevan al
encierro. Pero ese transitar está también determinado por vínculos
que conforman parte medular de su historia, por lo que el abordaje
debe apuntar al joven y su familia, al joven y su grupo de
pertenencia, al joven y otras instituciones por las que haya pasado
con anterioridad a su ingreso al sistema penal juvenil. En
definitiva, se debe abordar un individuo con sus relaciones sociales
si queremos acercarnos a una solución de la problemática sufrida
por la adolescencia en cuestión.
El
marco Institucional.
Las
organizaciones sociales autoritarias, represivas, no pueden tolerar
el aprendizaje entendido como una libre exploración de la realidad.
Tienden a instalar un sistema rígido, estereotipado y repetitivo.
Esto atenta contra la creatividad porque no instala la valoración de
la experiencia, sino que trata de impedir o negar la experiencia de
los sujetos. Desde este punto de vista, es una contradicción que se
diga que el INAU -SIRPA cumple con el Código de la Niñez y la
Adolescencia considerando a los adolescentes en privación de
libertad como Sujetos de Derecho, mientras se utilizan prácticas
autoritarias y represivas de intervención. Tampoco significa que
apostar a la creatividad y a la valoración de la experiencia
descuide otros aspectos que la institución debe cuidar, como el tema
de la seguridad. O sea que aún apostando a un paradigma de derechos
y educativos en lo vital y formativo, se debe tomar en cuenta los
condicionamientos y las determinaciones de un contexto de privación
de libertad. Es decir, hacer esas dos tareas complementarias y no
suplementarias y con personal especializado en cada área de trabajo
por separado, apostando a la profesionalización de los operadores en
las diferentes áreas.
Una
teoría educativa creativa, expresa tendencias de pensamiento, de
sensibilidad y de acción de grupos sociales determinados. Todos los
fenómenos político-ideológicos, jurídicos, se apoyan en una
estructura que tiene que ver con las relaciones sociales de
producción, que implica también el sistema social que lo comprende,
en nuestro caso un sistema capitalista atrasado de pais dependiente.
Siguiendo
el pensamiento de Pichón Riviere, el sujeto no es sólo un sujeto
relacional en el que el otro está siempre presente como objeto,
modelo, rival o ayudante. El psiquismo tiene como condiciones de
producción, “esa dialéctica entre sujetos, ese interjuego, ese
determinarse recíprocamente que se da en el vínculo”, (lo que
posibilita el aprendizaje). “Ahora, este vínculo, esta unidad de
interacción está a su vez determinado desde las formas que revisten
los procesos de interacción familiar, los procesos de interacción
institucional y en última instancia las relaciones sociales más
generales a partir de las cuales se constituye el orden simbólico,
el orden específicamente humano, el orden del lenguaje. Este orden
histórico, simbólico, específicamente humano tiene su fundamento
en las relaciones de producción, es decir en las relaciones que los
hombres establecen entre sí y con la naturaleza en función de sus
necesidades y para producir materialmente su existencia”.
Se
jerarquiza cuando hablamos de necesidad y de vínculo, la experiencia
con el otro en la constitución del sujeto. Se debe jerarquizar la
interación, las relaciones interpersonales que son en dos
direcciones, del sujeto al objeto, y de éste al sujeto. La calidad
del vínculo se determina según lleve a la gratificación o a la
frustración y determina también formas de interpretación de la
realidad, calidades de la experiencia vivida y formas de constitución
del mundo interno de cada individuo. Por ese motivo, cuando se habla
de vínculo, no se habla de relaciones lineales, sino dialécticas
de determinación recíproca. Esto quiere decir que quienes trabajan
desde sus lugares institucionales con jóvenes privados de libertad,
deben considerar que en el intento de producir cambios en esas
relaciones con los adolescentes, también saldrán con elementos que
cambiarán de alguna forma su manera de interpretar al mundo en un
proceso de aprendizaje que se da a partir del encuentro con el otro.
Entonces debemos tener en cuenta al sujeto como un emergente social e
históricamente determinado y que sólo puede ser comprendido en la
interioridad de esas redes sociales de relación en las que se
constituye y configura como sujeto. Aunque estudiemos a un solo
individuo, debemos hacerlo en función de sus vínculos, sus
experiencias sociales, en función de la asimilación y organización
de las mismas como pautas de conducta de su propia personalidad,
entonces debemos intervenir abordando al individuo y a su entorno
familiar y grupos de pertenencia, etc., si queremos producir cambios
en sus formas de relacionarse con el mundo.
Debemos
abordar al sujeto desde su condición de fundante, de productor de
su vida material, que es la síntesis de muy complejas relaciones
sociales. Y esas historias de relaciones sociales que terminan en el
encierro, vienen cargadas de pérdidas de vínculos, ataques a la
identidad y de actos de violencia, primero de los grupos primarios y
de la sociedad hacia el individuo niño, y mas tarde del adolescente
hacia los individuos, los grupos y la sociedad. Ese es el tema que
atraviesa a quienes deben intervenir con sujetos en privación de
libertad. Juzgados por sus comportamientos, castigados por muchas
causas, sus actos infraccionales pero también por sus carencias y la
pérdida de empatía a veces causada por historias de privaciones
continuas, (materiales y otras veces afectivas), y hasta por
problemas constitucionales o genéticos.
Es
observable el hecho que los educadores que operan en situaciones de
privación de libertad, trabajan con jóvenes que en su mayoría
pertenecen al lumpenproletariado, (aunque últimamente se observa que
también ingresan al sistema, jóvenes pertenecientes prácticamente
a todas las clases sociales). En medio de la anomia desde edades
tempranas, estos jóvenes viven del narcotráfico a baja escala , del
robo, la rapiña y en casos concretos cometen delitos graves
(homicidio, copamiento o violación). Esto conforma una subcultura
alejada de hábitos de trabajo y de estudio, desertores de los
centros educativos por diferentes y muy variadas razones, y
provenientes de hogares de muy diversas actividades, (incluso sobre
todo en el caso de los infractores “primarios” son hijos de
trabajadores).
Partiendo
de la base de que los orígenes de estos jóvenes es muy diverso, y
que muchas pueden ser las causas que llevan a los adolescentes a
cometer actos infraccionales, el educador involucrado en la tarea de
mantener una intervención directa en el sentido educativo, debe
despojarse de los prejuicios sociales y personales, si quiere actuar
objetivamente en este tipo de institución.
A
la vez, los Gobiernos y Directores de la misma, deben resguardar la
integridad y seguridad de los trabajadores que viven en permanente
tensión al realizar el trabajo, y ser muy objetivos también en el
tratamiento de irregularidades cuando éstas se suceden. El cuidado
de sus trabjadores debe ser una de las cuestiones principales que
debe abordar una insitución de estas características. En ese
sentido el apoyo psicológico y de salud en general, es fundamental.
La
mejor prevención de posibles hechos irregulares, abusos, etc., por
parte de los trabajadores, comienza en el respeto de la forma
correcta de ingreso de los postulantes a cualquier institución del
estado: por concurso de oposición y méritos, mediante la
conformación de tribunales con sujetos idóneos y ajenos a la
organización, de la misma forma que deberían ser los tribunales
técnicos que realizan los exámenes psicolaborales que exigen los
ingresos correctamente realizados.
La
democracia burguesa históricamente se desenvuelve en los ingresos al
estado de forma clientelista. De esta forma, se desdibujan las formas
correctas de ingreso, permitiendo la forma directa de acceso a cargos
según el gobierno de turno, que se transforman luego en grupos de
pertenencia que dificultan el trabajo en equipo, porque son ajenos a
la función y mas arraigados a los lazos de afectos o de necesidades
que generan luego dependencia con las autoridades , al quedar en
deuda el trabajador ingresado de esta forma (o por lo menos así lo
vive) con quienes permitieron su ingreso en forma directa. A la vez
se genera una injusticia con aquellos que no tienen vínculos con el
poder institucional, y a la vez cuenta con los méritos, la formación
y la idoneidad para usufructuar un cargo que seguramente ganaría por
concurso. Estas son las trampas de la democracia burguesa, en la que
se sostienen gobiernos por medio del clientelismo político, y cuando
entran en crisis de funcionamiento, son las instancias en las que se
pueden realizar concursos objetivos como indica el propio Decreto 500
para el ingreso a la función pública. Esto desnuda a la vez, la
dictradura de clase que se esconde tras la democracia burguesa.
Cómo
me siento, como actúo en mis tareas y relaciones en el
trabajo con adolescentes en esta situación.
La
importancia del insight en la eficiencia de nuestro trabajo.
Gran
parte de llegar a trabajar en estas condiciones de encierro, y llegar
a un vínculo adecuado con los adolescentes con los cuales
intervenimos y nos relacionamos cotidianamente, depende de cómo los
adultos llegamos a comprender la situación, limpiamos de prejuicios,
mantenemos la asimetría educador- educando, ( no nos mimetizamos con
el grupo de adolescentes), para lograr una lectura de la problemática
que nos permita tener eficacia en nuestras tareas educativas, vitales
y de formación intelectual que debemos realizar si queremos producir
cambios una vez producida nuestra intervención, que tiene la
característica específica de ser todos los días, en relaciones que
cambian dinámicamente, no son lineales sino que tienen avances y
retrocesos y tiene implicancias que incluyen lo afectivo, aspectos
que son difíciles de manejar sin una preparación específica para
el cargo. Eso implica mantener una distancia óptima, que algunos
teóricos posmodernos niegan que pueda existir, que es difícil de
conseguir pero que es necesario intentar obtener entre el grupo
adulto de educadores y el grupo de jóvenes internados; o
individualmente entre un educador y un educando, a los efectos de
hacer una lectura de la situación lo más cercana posible a la
realidad que vivimos día a día.
Para
trabajar con un criterio de verdad, se debe mantener un criterio
alejado de los absolutos. No existe un día igual al otro en un
contexto de privación de libertad así como en la vida cotidiana de
cualquier individuo, por lo tanto no tenemos las mismas impresiones
todos los días, aunque las rutina de las tareas cotidianas y el
contexto del encierro nos den esa sensación de rutina tediosa
imposible de cambiar.
Diferentes
estados de ánimo,de integtrantes del mundo adulto como de
integrantes del grupo de adolescentes internados se producen día a
día, y esto puede acontecer, por cambios repentinos en las
actividades, falta de profesores, técnicos talleristas, licencias de
funcionarios, actitudes de los jóvenes violando las normas del
centro, libertades de jóvenes, malas noticias recibidas desde el
exterior por los mismos, etc. Podemos nombrar un sinnúmero de
viscisitudes que cambian la situación de un centro que aparentemente
se ve “controlado”, ( o “sin control” y sin modificaciones
día tras día, incluso con las tareas programadas para caa día de
la semana. Por mas determinante que sea el contexto del encierro, en
la construcción de un vínculo o en las formas de relacionarse que
tienen los individuos, siempre el encuentro con el otro es dinámico,
y se construye a través de una relación dialéctica con él y con
el medio, a través de un constante aprendizaje y una buena
comunicación. Esa comunicación debe estar abierta siempre, en una
relación dialógica que haga comprender al adolescente, la necesidad
de cambiar su forma de vincularse con el medio y con los otros.
Romper el vínculo utilitario empobrecido que generalmente trata de
mantener con los demás, para enriquecerlo en un ida y vuelta
introduciendo el mundo de los afectos en la relación que se
establezca.
En
esta etapa, la educación en valores como la solidaridad, la
cooperación, la resolución de los conflictos mediante métodos que
excluyan la violencia y jerarquizen el diálogo, es tarea de un
educador.
Los
problemas específicos de la institución.
En
primer término aclaramos que el concepto de institución, según
Fernando Ulloa es algo ambiguo, pues puede tanto designar un proceso
de institucionalización en el sentido de estabilizar conductas
inicialmente de predominio emocional, como designar una organización
social como un orgaqnismo con geografía y una organización del
tiempo y la responsabilidades, con objetivos a alcanzar y medios
racionales para el fin. Todo regulado por normas de naturaleza
implicita y explícita. Creo que el INAU-SIRPA tiene algo de las dos
partes, aunque en el discurso se trate de hacer entender que la
institucionalización de los sujetos es un proiceso que se debe
revertir para lograr el objeto de su inserción social.
Ulloa
ordena a las instituciones poniendo el énfasis en que se encuentra
el hombre en cada ítem institucional mencionaldo en la modalidad
patológica más frecuente para cada tipo de institución de la
manera siguiente:
A)
Insituciones que se ocupan del hombre enfermo o disminuído.
De
una manera general el individuo está aquí en una situación
regresiva, en el sentido que que este término tiene en
psicoanálñisis). La modalidad patológica más frecuente es el
predominio de la supresión so0bre la elaboración de la enfermedad.
B)
Instituciones que se ocupan del hombre aprendiendo.
Podemos
acordar que el individuo está en una actitud progresiva o de
crecimiento en su área emocional e intelectual. La modalidad
patológica más frecuente es el predominio del hábito sobre el
aprendizaje.
C)
Instituciones que se ocupan del hombre trabajando.
El
hombre que se encuentra en situación de haber alcanzado su madurez,
su figura patológica más común es la alienación en el sentido
sociológico del término, lo que significa el empobrecimiento de la
condición humana. El sistema capitalista tiene por su forma social
de producción y su forma individual de apropiación de lo
producido, (en esa contradicción), incluída la posibilidad de
generar ese empobrecimiento en la calidad del hombre como ser humano,
con acceso a los bienes necesarios de consumo, los servicios de
salud, vivienda, educación y la cultura.
- Instituciones de tiempo libre.
Posibilitan
en el hombre la situación de placer y reflexión intelectual. Es en
el tiempo libre según Ulloa, se generan predominantemente los
cambios individuales y sociales. Se puede mencionar como figura
patológica el progresivo estrechamiento de este tiempo invadido por
el tiempo reglamentado y su desjeraqrquización en el hobby
compensatorio de la frustración proveniente de la labor diaria.
Algo
de todo esto se introduce en nuestra institución, algunas en el
grupo de jóvenes internados y otras en los educadores, y personal
con responsabilidades de dirección o coordinación.
Las
instituciones están organizadas en base a una distribución
geográfica, temporal y de responsabilidades, lo que compone su
organigrama.
Siguiendo
esta línea de pensamiento, consideramos lo que puede llamarse los
cinco roles básicos en todo grupo de trabajo.
Estos
cinco roles se pueden denominar como : 1) motor emocional, que
impulsa y une al grupo; 2) pensador o teórico; 3) programador o
administrador, administra y distribuye el tiempo y las prioridades de
las tareas; 4) realizador teórico, tiende a realizar eficazmente las
tareas parciales indispensables en un momento dado. El grupo
sobrevive los momentos difíciles por él; y 5) gestor, se ocupa
principalmente de las relaciones con el exterior.
Estos
cinco roles conforman las características de un lider único, y si
en un grupo aparecen distribuídas entre sus miembros, es índice de
la autonomía y eficacia del mismo. Esto favorece el trabajo en
equipo.
En
cambio cuando varias de éstas características aparecen en una sola
persona, el grupo tiene muy baja autonomía y se transforma en un
grupo de dependencia que en el mejor de los casos es una buena caja
de resonancia para el líder.
A
la vez, en una organización institucional se dan movimientos de
circulación entre la institución y el contexto de la comuidad; las
diferentes formas y niveles de comunicación intra-institucionales,
la relación entre el vínculo formal y el vínculo interno
fantástico que determina el tipo de pertenencia del individuo a la
institución. También se dan movimientos de integración y
dispersión, ambos opuestos entre sí. De la presencia de ambas
tendencias resulta el desarrollo complejo de una organización.
A
través de la coexistencia temporo- espacial, y la aceptación de un
régimen de normas que crea un común denominador, se constituyen
núcleos que elaboran proyectos comunes y tienden a mediatizar su
integración. Estos núcleos están compuestos por grupos o personas
que están dispuestos a fusionarse. En esta unión participan
elementos racionales de beneficio común, y elementos de naturaleza
emocional con diferentes contenidos y diferentes grados de toma de
conciencia.
Es
muy frecuente además observar cómo estos núcleos, en la medida que
no son explicitados, frente a cualquier crisis o emergencia originan
una modalidad de conflictos arcaicos, enquistados en la institución
que se repiten en mayor o menor medida.
Los
movimientos antes mencionados según Ulloa, suponen la existencia
real o ideal de puntos de contactos articulares entre los diferentes
elementos en juego. Son las articulaciones cuyo funcionamiento y
modalidad están regulados por las normas de la institución.
Una
articulación perturbada constituye una fractura. Sobre ellas se
organiza la patología de la institución.
La
experiencia nos indica, que se advierte la tendencia de algunos
individuos a tomar la institución como soporte y andamiaje de su
vida, y que otros, en cambio toman a la misma, principalmente como
situación instrumental para desarrollar su propio proyecto. Los
primeros tienden en general a resistir cualquier cambio fundamental
en la organización, ya que ello es vivido como algo que pone en
peligro su propia identidad. En cambio los segundos suelen ser
precursores de cambios básicos imprimiendo a la orgaización su
propia identidad.

El
grupo en uno y otro caso, queda sometido a un líder que exige
lealtad. Aparentemente nadie es culpable; sólo ejecutan órdenes que
emanan de un poder que nadie controla ( como la “ley” de
obediencia de vida esgrimida por la dictadura militar)..El sujeto,
por la necesidad de mostrar su conformidad con el grupo y con el
líder lleva adelante los actos de violencia jamás pensados como
posibles de realizar. “No es su culpa”; Se trata de la necesidad
de no quedar fuera de los mecanismos de poder que pueden aniquilarlo,
haciéndole perder el trabajo u otro tipo de perjuicios lo que lleva
al sujeto a aceptar la violencia. El sistema ejerce una fuerte
presión sobre el individuo aunque él muestre una supuesta o
verdadera conformidad con el sistema, ya que no tiene conciencia de
que está siendo sometido a lo que se ha llamado la ideología del
estado dominante. Al sujeto se le reclama que haya adhesión al
sistema, y si no la tiene, silencio.
Cualquier
opinión disidente acarrea nuevas situaciones de violencia, pero esta
vez contra el diferente. Entonces tendríamos una lucha entre lo
instituído y lo instituyente, poderes contradictorios si los mismos
están representados por grupos en pugna. Uno agente de la reacción
que reafirma la ideologia del sistema imperante, y el segundo grupo
agente de cambio.
El
tema de la violencia no es particular de ningún sujeto malvado sino
que forma parte de lo humano, de la organización social que deposita
tal cualidad de malvados a algunos chivos expiatorios que cargarán
con la maldad del conjunto. El sujeto y las organizaciones de este
tipo deben hacerse responsables de sus actos. La turva no debe
dejarnos de hacer ver la responsabillidad del sujeto. Una conducta
colectiva no hace impune al sujeto.
Las
estructuras que favorecen la exclusión son claramente exponentes de
la violencia objetiva. El orden social capitalista produce un gran
conjunto que transita al margen del sistema. Esos sujetos pueden
mantenerse al margen, en silencio y ordenados un tiempo. Pero mas
temprano que tarde la situación de exclusión se torna insoportable
y el resentimiento por el orden establecido que los deja fuera, hace
su entrada brusca y desenfrenada; desvastadora.
Las
condiciones objetivas generadoras de violencia, no se pueden observar
a simple vista. Está determinada por el proceso de acumulación
capitalista, que una vez puesto en marcha sigue sus propias leyes y
engendra una cantidad de fenómenos sociales que desatan procesos de
empobrecimiento de grupos cada vez mayores, que a la vez producen la
violencia subjetiva, la de los individuos y los grupos que reaccionan
en contra de esa expulsión de diferentes formas, organizadas o no.
Los efectos del sistema capitalista imperialista en un pais
dependiente como el nuestro, produce miles de pobres a causa de la
pérdida de puestos de trabajo en las relaciones de producción
inherentes al mismo ya por generaciones, mientras la concentración
de capital es cada vez mayor. En el campo social deriva ésto en
mayor violencia de los niños y adolescentes que viven en situación
de calle, o en cantegriles fuera de las relaciones que se dan en el
mundo del trabajo. En los casos de infracción a la ley penal, en
delitos violentos, el victimario se adjudica el derecho a ejercer esa
violencia sobre el otro, como modo de obtener por ese camino todo lo
que le está negado por las vías de acceso que la sociedad
supuestamente le ofrece.
Mario
Waserman dice que “cuando se propone la educación como solución
para la violencia hay que tener en cuenta que si la educación deja a
los educadores en el hambre, o sólo cubriendo las necesidades
básicas elementales, no se constituye en una esperanza de ascenso
social y la obtención de los bienes suntuarios, la educación misma
pierde su valor de pacificación y se constituye en un motivo más de
queja y resentimiento. Este problema se ve con claridad en los mismos
docentes que aún estando muy educados se sienten marginados de la
valoración social y del acceso de los objetos de deseo en contra de
los objetos de necesidad”.
Es
importante distinguir dos niveles de violencia en el contexto social,
uno subjetivo y otro objetivo para pensar un modelo que permita
cierto tipo de acercamiento a los actos de abusos, agresiones, y de
lucha que se dan en la sociedad.
Hay
una violencia objetiva que no podemos negar, que es la generada por
el encierro. El contexto carcelario para adolescentes, al igual que
la generalidad de la violencia carcelaria en un país dependiente de
capitalismo atrasado, que es uno de los brazos represores de las
clases dominantes. Cuando hablamos de “contención” en el SIRPA,
no hablamos de contención anímica, psicológica o de cuidados. Se
habla concretamente de contención física principalmente, lo que
lleva a los desbordes de violencia que de cuando en cuando son
títulos en los grandes medios de comuicación. Sin embargo debemos
ser concientes, que la violencia es permanente se transforme en acto
o no, en estos contextos de encierro.
Tiempos
Diferentes.
Estamos
viviendo tiempos de invasiones mediáticas y poco espacio para la
escucha y el encuentro, con realidades que nos interpelan a pensar y
pensarnos como trabajadores que somos de una institución de
privación de libertad para adolescentes, atravesados por una
realidad social, que junto a nuestras experiencias personales y
funcionales, nos posicionan y nos transforman porque no podemos
quedar excluídos del contexto social en que desempeñamos nuestra
práctica.
Es
necesario enmarcar el rol de la educación en el encierro como una
profesión que debe ser considerada desde un sustento teórico y
ético. Desempeñamos las tareas y convivimos con el padecimiento de
la privación de libertad y la violencia que esta genera. Esto da
lugar al debate acerca de los derechos de los trabajadores que
integran y sostienen los equipos de trabajo, de los que están ahí,
abriendo las puertas e interviniendo como acompañante de las
historias de internados y sus familiares, compartiendo sus
malestares, siendo parte de las construcciones de subjetividades y
alegrándose cuando se empieza a ver una luz. Pero también se debe
estar preparados para considerar que los adolescentes internados
también son responsables de sus actos, de los hechos cometidos y que
derivaron en su privación de libertad.
Que
son producto de un sistema de relaciones sociales que tienen como
base las relaciones de producción capitalista atrasado, y como
superestructura un sistema político, judicial y represivo que
enmarca un Estado burgués dependiente también se debe tener en
consideración, desde el punto de vista clasista de los trabajadores.
Los
trabajadores tenemos lugares comunes, asociados a los malestares de
todos los colegas atravesados por la precarización laboral y la
falta de reconocimiento social en la mayoría de los ámbitos de
desempeño. Nos debemos el desafío de generar espacios de
intercambio y de formación para construcciones colectivas, para
podernos respetar, y valorar a quienes tienen historia y experiencia
y a quienes aportan la frescura de las ideas y las miradas desde
otros contextos, que vienen a enriqueceer con sus aportes. Debemos
trabajar para que las brechas generacionales se transformen en
puentes que permitan posicionarnos desde el lugar que nos merecemos
en el marco de las construcciones colectivas.
Es
evidente la implicancia que nuestras tareas específicas tienen en la
salud de los trabajadores involucrados en el trato directo con
jóvenes en situación de encierro. En relación directa con las
condiciones de trabajo, debemos situar a la salud como un derecho
social que es pocas veces (por no decir ninguna), pensado dentro de
la institución por sus autoridades. Debemos pensar y trabajar sobre
nuestra vulnerabilidad como producto de la poca formación
específica que tienen los trabajadores involucrados en el trato
directo al adolescente, como causa también de las políticas
públicas que no garantizan las mejores condiciones para los
trabajadores.
El
maltrato institucional, la indiferencia, la descalificación y el
hostigamiento son factores de riesgo pueden afectar nuestro desempeño
en las tareas. El desarrollar nuestras tareas en condiciones poco
saludables, por trabajar en espacios físicos inadecuados o bajo
tensión casi permanente, la falta de reconocimiento de nuestras
funciones son causantes de stress laboral. Las modalidades de
contratación bajo condiciones de precarización del empleo que no
contemplan derechos laborales fundamentales, a la vez que demandan
deberes en forma intransigente impactan a lo largo del tiempo en la
salud de los trabajadores.
Herramientas
teóricas a utilizar como guía para la acción, a partir de la
práctica concreta.

Como
una de las mas nuevas corrientes psicológicas, la psicología social
debe abrirse camino en los diferentes ámbitos en Uruguay.
De
cierta manera puesta en un segundo plano por la academia y las
instituciones burguesas, se le torna muchas veces dificultosa su
aplicación a pleno, aún sabiendo que ya muchas insituciones
públicas y privadas que se dedican a la educación social o a la
intervención con grupos en situación de riesgo, le van abriendo
las puertas poco a poco, como un pequeño reconocimiento en lo
micro-social, creemos que a falta respuestas contundentes por parte
de las corrientes psicológicas más reconocidas a una problemática
que se va desarrollando, a medida que se producen las crisis
cíclicas del capitalismo, y las fuentes de trabajo escasean
produciendo un aumento de la marginalidad en sectores cada vez mas
diversos de nuestra sociedad. A esto se debe agregar las
caracterísitcas complejas de la etapa adolescente, que también es
una etapa de crisis, de cambio e inseguridades que sufre el
individuo, con sus urgencias, baja tolerancia a la espera y la
frustración, etc.
Emparentada
con la educación popular como una disciplina que llega a las clases
sociales a las que otras no penetran ni con su discurso ni su
práctica, consideramos que a sectores pauperizados por las crisis
económicas, y explotados por generaciones les serán de mucha
utilidad. Porque el proceso grupal da el marco efectivo, asegurador
que permite bajar las resistencias al cambio, el miedo a no poder
enfrentar la realidad que oprime a los más necesitados.
Jorge
Ferrando opinaba que “la promoción popular no puede ser el
reducto de algunos profesionales o de algunas instituciones
interesadas en los problemas sociales, sino que tiene que inscribirse
en una tarea política y en un proyecto auténtico de transformación
de la sociedad que abra paso a una nueva organización social bajo la
conducción de los sectores populares, al servicio de todos”.** No
se ve en sus años siendo parte del Directorio del INAU que ese
pensamiento se plasme en la práctica, lamentablemente.
En
el mundo capitalista dependiente en que vivimos, nos encontramos con
la reproducción de las relaciones de dominación de nuestra
sociedad, lo que genera a la vez resistencia y movilización popular
en defensa de los derechos conculcados a los menos privilegiados.
Todos seremos dominador o dominado, según el lugar que ocupemos en
las relaciones de producción capitalista; en nuestro trabajo, en la
familia y en los grupos en que nos desenvolvamos en la vida
cotidiana. Es la forma de interrelación social entre individuos que
interactúan en la democracia burguesa, que es la dictadura de los
poderosos sobre los más débiles. Inconcientemente reproducimos en
forma alienada esos modelos impuestos, por lo tanto un proceso de
toma de conciencia de esta situación es la única forma que nos
llevará a un proceso liberador. Es cuando decimos que la realidad
determina al sujeto, pero no lo sobredetermina al punto de no poder
generar cambios.
El
proceso transformador, parte de la práctica y de la toma de
conciencia del lugar que se nos ha impuesto en las relaciones
sociales de producción por las clases dominantes, y la resistencia a
esa cultura dominante que nos limita como sujetos creadores de
nuestra propia existencia. Vivimos en un país dependiente de
capitalismo atrasado, por lo tanto su sistema de producción necesita
de una interacción social que le corresponda para que el sistema
funcione. Si nuestro lugar como país en el mundo, nos es dado como
de país proveedor de materias primas lo menos elaboradas posible,
producir comodities que el mundo imperialista necesita y cuyos
proceso de obtención y producción son profundamente contaminantes y
destructoras del medio ambiente, esto tendrá su correlato en los
planes educativos que los gobiernos de turno traten de imponer, y la
clase trabajadora encontrará los puestos de trabajo que este sistema
dependiente tenga en oferta. Obreros de la construcción para
construir infraestructura, trabajadores agrícolas (muy pocos) para
las formas modernas de siembra y recolección de soja o los negocios
que hagan la oligarquía de aquí en adelante, obreros para la
industria frigorífica, la lechería y también para el comercio, el
turismo y la logística.
La
desindustrialización del país también tiene su correlato en la
composición de nuestra sociedad, con un aumento del
lumpenproletariado en Montevideo, zona metropolitana y también en
ciudades del Interior, dándose un fenómeno que podríamos reconocer
como no deseado hasta por las prpías clases dominantes, pero que es
una consecuencia del sistema capitalista imperialista al que estamos
sometidos, y que debería ser atendido seriamente por los gobiernos
de turno ya que pone en peligro también “la paz social” que
necesitan actividades vinculadas al comercio y al turismo sobre todo
por el aumento de los delitos contra la propiedad. Esa posición es
también la de los oportunistas encaramados en las direcciones del
Movimiento Sindical. Los sectores revolucionarios, se plantean la
lucha de clases más descarnada para la liberación nacional en
tránsito ininterrumpido al socialismo.
En
un proceso liberador, se debe dinamizar la conciencia popular para
que el pueblo trabajador comprenda y transforme su realidad,
fortaleciendo sus organizaciones y manteniendo su independencia de
clase, a fin de que con la percepción de sus intereses se largue a
la lucha para conquistarlos.
Desde
esa perspectiva, la educación se transforma en una práctica
política liberadora, ya que permite el dominio de la palabra con sus
conceptos y contenidos, lo que a la vez posibilita el rescate de la
historia personal y social y la comprensión de la realidad.
Eso
sí, dentro de las transformaciones que la educación necesita,
debemos tomar en cuenta estos sectores que viven en riesgo social
desde su nacimiento para que no sean presa fácil de un sistema
opresor y prácticamente nazcan condenados a vivir en la pobreza y la
marginaidad.
Al
decir de Paulo Freire, “nadie está solo en el mundo”.
Estamos
con el mundo y con los otros. Es también un concepto de salud mental
el estar de acuerdo con esto. Si hablar a otras personas se
transforma en hablar con otras personas, a través de la escucha de
lo que las otras personas dicen, se entabla la comunicación, ya que
no es lo mismo “hablarte a ti, que hablar contigo”. (Paulo
Freire)
Una
organización revolucionaria, creada para los cambios profundos de
las estructuras sociales, parte de hablar con el pueblo, y no
sólo hablarle al pueblo, porque ninguna revolución social triunfa
sin la participación de organizaciones de masas del pueblo.
Partiendo del reconocimiento del derecho de los otros a decir sus
palabras, y al escucharlas nace recién ahi una relación dialogica
que permite la comprensión de la posición del otro, y el
establecimiento de acuerdos. Nace también en la llamada praxis,
conjunción de la teoría y la práctica la teoría revolucionaria en
la educación y en todos las áreas sociales, tomando como base el
estudio de las relaciones de producción social, el problema del
estado y sus diferencias con el concepto de gobierno, tomando
conciencia de que el mismo estado burgués puede tomar formas mas o
menos democráticas, y sigue siendo una dictadura de clase.
En
el tema que abordamos en este aporte, consideramos importante a los
efectos de mejorar la práctica, el apostar al trabajo en equipo;
mejorar la comunicación y el vínculo entre trabajadores a través
de reuniones semanales, que podríamos denominar reuniones de equipo
de trabajo en la que participen todos los funcionarios del centro,
cumplan la función que cumplan, incluídos los equipos de dirección
y los equipos técnicos en un plano horizontal, donde la palabra
circule libremente. Esto requiere de un acuerdo en participar, y en
dejar participar por parte de las autoridades y los trabajadores.
Para
que estas instancias sean realmente operativas, y se encamine hacia
la construcción de un equipo de trabajo eficiente, se deben respetar
los acuerdos de trabajo, fomentar la escucha y el compromiso con la
tarea, respetando las potencialidades de cada uno de los integrantes
sin boicotear la circulación de las posiciones de liderazgo
instrumental que se dan en diferentes instancias. Esto supone el
mejor aprovechamiento de los recursos humanos disponibles para el
logro de objetivos propuestos.
Queda
para discutir y acordar en la práctica concreta, qué tareas
educativas impulsar, para producir cambios en los adolescentes que
les permitan ser individuos autónomos, insertados socialmente en el
mundo del trabajo y la cultura, y las relaciones sociales en espacios
de libertad.
Algunas
líneas pueden ser trazadas en base a la experiencia obtenida a lo
largo de más de 17 años de trabajo en Colonia DR. Roberto Berro,
utilizada desde 1998 para la atención a adolescentes de 15 años en
adelante, en situación de privación de libertad.
Desde
entonces, prácticamente en todos los centros se aplicó un sistema
carcelario, con muy pocas actividades educativas serias y planes de
inserción laboral eficientes. En este sentido podemos observar que
cantidad no significa calidad, y se apostó a llenar el ojo de la
opinión pública llenando de actividades “educativas”, de
“inserción laboral” y “recreativas” que sin una
planificación adecuada, ni una práctica seria, llevaron siempre a
gastos estériles de dinero y de ineficiencia total para el logro de
los objetivos mencionados en los programas institucionales.
Podemos
tomar como referencia de buen trabajo educativo en equipo, el Centro
La Casona entre los años 2000 a 20005, donde tanto objetivos como
prácticas educativas y de inserción social y laboral, se discutían
y decidían colectivamente, y alguno más de corta duración, como el
realizado en CEMECEC en los últimos años. Todo lo demás está más
ligado a la dedicación de hacer “márketing” que preocupación
y ocupación por la problemática adolescente en situación de riesgo
social.
Una
referencia especial a la Colonia Dr. Roberto Berro.
Una
idea de cómo gestionar Colonia Berro sacando los miedos adultos y
también los temores adolescentes, las fantasías que generan
violencia, y las realidades que también la generan, lleva a un
cambio de paradigma en cuanto a cómo llevar adelante un programa en
dicha Colonia.
Todos
sabemos que allí se trabaja en la atención directa con adolescentes
que vienen con historias pesadas de muy difícil comprensión para el
común de la gente, y que vienen con un cúmulo de experiencias de
marginación, expulsiónes, duelos, carencias afectivas y materiales
de grados superlativos.
El
cambio conductual de los adolescentes, que convivieron con la muerte,
las pérdidas, la paternidad temprana, una subcultura donde el bien y
el mal, los aprendizajes necesarios para la supervivencia, los
afectos y códigos de convivencia son muy diferentes a los jóvenes
vinculados al contexto social amplio en su gran mayoría, requiere de
mucha honestidad intelectual de parte de los educadores, mucha
formación específica en el tema, y mucha dedicación de todo un
equipo de trabajo, con áreas especializadas y deciciones de
conjunto.
Las
declaraciones del Presidente Vázquez en tiempos de su postulación a
la primera Presidencia, de poner en cada lugar al más apto en las
instituciones del Estado, no se cumplió jamás en el INAU, y mucho
menos en el gobierno de Mujica.
Para
Colonia Berro, proponemos darle al concepto de colonia el contenido
que ésta debe tener. Unidad educativa, productiva autogestionaria
de recursos para su existencia y funcinamiento. Sistema integrado a
semejanza de las comunas populares campesinas de China o la Unión
Soviética. Esto significa, la unificación en una misma Dirección,
los programas educativos, productivos-educativos y la seguridad,
todo en función del desarrollo de la agricultura, la lechería e
incluso actividades industriales pequeñas.
Organizativamente,
debe funcionar un sistema donde la colonia en su totalidad debe ser
la organización mas avanzada, la que integra toda slas demás
unidades..
Luego,
los diferentes Centros ubicados en ella, a manera de brigadas en su
influencia territorial, con sus proyectos de actividades
productivas, educativas y de mantenimiento, coordinadas con el resto
de los centros y bajo la Dirección de las autoridades de la Colonia.
En
tercer lugar, los colectivos integrantes de los Centros, equipos de
trabajo de cada centro, integrados por educadores, técnicos y en los
casos que las situaciones lo permitan, también con jóvenes
internados. Esa debe ser la tendencia en todos los centros, incluso
en los de máxima seguridad y bajo un estricto control de la
Dirección de la colonia.
El
sistema debe incluir la progresividad de los internados. Esto implica
la construcción de un sistema progresivo de internación para los
jóvenes, tomando en cuenta cambios de comportamiento, aceptación de
la responsabilidad en el hecho infraccional cometido, interés en la
inclusión en actividades educativas y productivas, etc., donde los
ingresos al sistema de privación de libertad, comience por los
centros de mayor seguridad, y según estudio diagnóstico
psico-social que incluya contención y estructura familiar de cada
joven además de los temas anteriormente mencionados, ir viendo en
qué tiempos se van derivando a los jóvenes a lugares de mayor
libertad ambulatoria dentro del espacio de la colonia, para luego sí,
pensar en un egreso en convivencia social mas ampliada, con
actividades en el afuera. Como cada sujeto es único e irrepetible,
seguramente esos tiempos serán diferentes en cada caso (los tiempos
internos del sujeto y los externos al sujeto).
Para
esto es necesario un equipo técnico conformado por Psiquiatras,
Médicos/as, Enfermeros/as, Trabajadores/as Sociales, Psicólogos/as
y Psicólogos/as Sociales de la propia colonia, inclusivo, con
formación de los educadores/as para la participación en dichos
organismos, que serán educativos, formativos y de control mutuo,
bajo la dirección y toma de decisiones centralizada en el organismo
de Dirección de la colonia.
Sin
duda, todo este programa se tendrá que hacer en coordinación con el
Poder Judicial, a través de informes y entrevistas con los
protagonistas involucrados en cada situación.
Aporte:
Jorge Pérez. Setiembre de 2015.
*Alfredo
Moffat. Terapia de Crisis. Bs.As.
**
Jorge Ferrando. Director del INAU durante varios períodos., en su
libro Pensando en la Educación Popular.