Paradigmas de la educación en el encierro.
En donde nunca hubo acceso siquiera a las mas primitivas actividades socio culturales y vinculares sanas, o mejordicho aceptadas socialmente, tenemos un problema que es responsabilidad de todos los actores sociales, principalemente de los que tienen roles vinculados a los distintos estamentos del poder.
En donde nunca hubo acceso siquiera a las mas primitivas actividades socio culturales y vinculares sanas, o mejordicho aceptadas socialmente, tenemos un problema que es responsabilidad de todos los actores sociales, principalemente de los que tienen roles vinculados a los distintos estamentos del poder.

Para producir cambios en esas subjetividades, en primera instancia los lugares de privación de libertad, deben ser tales que brinden seguridad, pero no seguridad en el entendido de lo represivo custodial solamente sino también y sobre todo las seguridades que estos adolescentes necesitan que van por el camino de no sufrir mas violencias de las ya sufridas hasta el momento del ingreso al SIRPA.
Sabido es que todos pensamos cuando hablamos de seguridad, es poner bajo contexto seguro a la sociedad en su conjunto, la seguridad del afuera; y muy pocos pensamos en la violencia interna que se vive en el encierro y la inseguridad que ésta provoca en los adolescentes internados.
Esta violencia se manifiesta de diferentes formas físicas y psicológicas, y se transforma en un espiral que involucra tanto a los adolescentes como a los trabajadores de trato directo.
Los educadores deben ser profesionales de la función en contexto de encierro, para convertir a la intitución total en una institución humanizada. El CENFORES es una herramienta hasta hoy desperdiciada desde hace por lo menos 14 años, cuando se preparaban educadores para especializarlos en las tareas que se deben cumplir por mandato constitucional y social.
Lo que sí existen son intentos personales, iniciativas individuales o grupales de gente comprometida y pensante que vamos nadando contra la corriente muchas veces.
Por eso la formación permanente es una reivindicación permanente de nuestro gremio; pero hablamos de formación en serio; hablamos de cursos, carreras específicas para dotarnos de herramientas que nos hagan eficientes en nuestra labor cotidiana, que es ni más ni menos que lograr un cambio de conducta en quienes tienen que pasar por la experiencia del encierro en edades muy tempranas.
Sabemos que no es necesario partir desde cero. Hay experiencias que recoger y otras que olvidar. No tomemos el camino que hay que desterrar y abramos la senda de la protección integral de la niñez y la adolescencia en situación de riesgo social; camino nada fácil de emprender, pero hay que predisponer los recursos humanos que ya tenemos, y los que van a ingresar en la institución a realizar una tarea que apunte a lo educativo curricular y vital, para que la daptación activa a la realidad del trabajo y la formación sean el objetivo también de los internados.
Jorge Pérez.
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